
Una definición sencilla de complejidad puede ser “muchos distintos”. Le puedes añadir más cosas o poner más coletillas, pero básicamente es eso: “muchos distintos”.
La complejidad es parte de tu negocio. Simplemente pasa. Cuando todo va creciendo aparece este concepto. Es como una etapa más de su desarrollo.
No hay sorpresa. Si tienes un negocio, sabes que llegará. Todo irá creciendo, desarrollándose y alcanzarás ese nivel en el que tienes que enfrentarte a muchas más cosas distintas entre sí.
La complejidad es una característica
No tiene nada que ver con algo concreto. Ocurre 360º. Lo clientes van aumentando y tienen características distintas. Los empleados son más numerosos y tienen roles diferentes. Los procesos son muchos más y tienen más complicación. Cada vez tienes más productos más distintos entre sí…
La complejidad es una característica. No es más. Tampoco es un problema.
La dificultad no está en que lo que te rodea se vaya haciendo más complejo. La dificultad tiene que ver con la forma en la que gestionas la nueva situación.
Una respuesta de la misma naturaleza
Puedes hacerlo reaccionando de la misma forma. Puedes incorporar más cosas para gestionar más cosas. Puedes incorporar más diferencia para gestionar más diferencia. Puedes hacerlo.
Al final, es un modelo que se va retroalimentando. El aumento de la complejidad exige medidas más complejas para gestionarla. Exige una respuesta de la misma naturaleza.
Puede parecer intuitivo. Si te sientes cómodo así, puedes intentarlo. Puedes gestionar tu compañía de esa manera. No es fácil.
Otra forma de hacerlo
Hay otra forma de hacerlo completamente distinta. Tiene poco que ver con “muchos distintos”.
Hay una forma de hacerlo que clasifica la complejidad. La mete en cajones. La etiqueta. Ése es el primer paso. Primero hay que poner orden.
Después, puedes decidir qué nivel de complejidad merece la pena. Tu compañía crece. Incorpora cosas. Algunas cosas tienen más sentido que otras. Algunos clientes tienen más sentido que otros. Algunos productos tienen más sentido que otros. Algunos…
Es el momento de sacar algo de complejidad de cada uno de los cajones. La complejidad que no aporta demasiado. La que no te ayuda a mejorar. La complejidad que sobra.
¿Qué haces con el resto, con la que sí aporta? ¿Más medidas? Bueno… es una posibilidad. Quizá, no es la mejor posibilidad.
Soy de los que piensa que añadir complejidad para gestionar situaciones complejas no funciona.
A veces, tiene más sentido centrarse, entender y buscar la medida relevante. A veces un pequeño esfuerzo puede llegar muy lejos.
Salvador Figueros
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