
Durante el servicio militar, corría por el cuartel una historia muy curiosa.
“En un determinado momento, se anuncia la visita de un Teniente General. A partir de ahí, se pone toda la maquinaria en marcha.
El jefe del acuartelamiento toca limpieza general. Se limpia todo. Se arregla todo. Todo se pone en perfecto estado de revista.
Un poco de pintura
En medio de toda esta locura, se va un poco más allá. Cuando la limpieza no es suficiente, se pinta. Paredes, puertas y… bancos.
Luego, para evitar que la gente se manche con todo este montón de pintura, se colocan plantones.
El plantón es una figura muy militar. Pintas algo y colocas un plantón. Pintas un banco y colocas un plantón. Pintas… ¿Qué es un plantón? Básicamente, es un soldado que se coloca al lado del banco recién pintado y evita que la gente se siente en él.
El Teniente General
Al final, llega el Teniente General y pasa revista al acuartelamiento. Todo está perfecto. Todo está en orden. Todo está impecable.
Cuando se va el Teniente General, el cuartel vuelve a la normalidad. Pasa el tiempo y todo parece que está en su sitio, que está donde tiene que estar. Hasta que un día, después de muchos años, alguien pasa al lado del banco, ve el plantón, que todavía está allí, y se pregunta: “¿Qué hace este soldado aquí?”.
Momento de pánico. Todos se miran buscando alguna explicación y alguien dice: Bueno, está ahí porque… siempre ha estado ahí”
El «Plantón» de los negocios
Todos los negocios tienen plantones. Algunos son grandes y evidentes. Otros pasan más desapercibidos, pero siguen allí.
Evidentes o no, todos tienen el mismo efecto. Todos son una prueba incontestable de las inercias que vas acumulando. De todas las inercias que vas instalando en la gestión de tu negocio. De las inercias que despilfarran recursos, disminuyen la eficacia y hacen que tu compañía no funcione como te gustaría.
La mejor fórmula
La buena noticia es que hay una manera de acabar con ellos. Es sencillo, pero necesitas constancia.
La fórmula es simple. La fórmula para evitar que tu compañía se llene de plantones por todos los sitios es preguntar.
Tienes que hacerte preguntas. Hay que hacerlo continuamente. ¿El proceso funciona correctamente? ¿Hay algo que no termina de encajar? ¿Puedo mejorarlo?
Preguntas, preguntas,… Las cosas están bien hasta que dejan de estarlo, pero si no te haces las suficientes preguntas es probable que no te des cuenta. Siempre tienes que preguntarte… te tienes que preguntar “qué hace este soldado aquí”.
Salvador Figueros
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